La mundialmente famosa parrillada argentina está llena de pasión y es uno de los rituales más extendidos en el país del tango, el mate, el dulce de leche y el buen vino. Certifica que en este lugar del mundo se come de una determinada manera y que esa manera, como es obvio, es exclusiva.
No es posible resistirse al sabor del Asado Argentino, plato típico del folklore gaucho, el mismo que a través del aroma de sus carnes y salsas, como el Chimichurri, se ha convertido en el deleite de muchos.
Un buen asador es algo así como un duende, que pone en cada asado magia, arte y sentimiento y que tiene “mano” para darle al asado “el punto justo”. Estamos hablando del sellado de las carnes, el primer golpe fuerte de calor para que forme esa costra que impida la salida de jugos; del alejamiento de las brasas, para evitar la rápida abrasión y conseguir un asado lento; del cuidado de la llama, para que no atente contra la superficie; del breve reposo de la carne tras la cocción, para que desarrolle al máximo su gusto
Es necesario cocinar con leña y carbón, una combinación que da a las carnes un sabor sin igual y que junto a la mano del asador consigue el prodigio de unas carnes jugosas, tiernas; las típicas que les introduces el cuchillo y se cortan sin esfuerzo alguno; que tiene un sabor exquisito al paladar y al mismo tiempo se deshacen en la boca… y ese toque de parrilla que sólo los argentinos sabemos dar.